jueves, 30 de agosto de 2012

Una llama

Si te paras a pensarlo, todos, y sí, me refiero a TODOS sufrimos. Todos sentimos dolor alguna vez. Todos creemos que no vamos a ser capaz de soportarlo y huimos. Tenemos distintos lugares a los que huir, eso es cierto. Cada uno huye a su manera.
Algunos deciden huir en dirección a la familia. Hacia un sentimiento acogedor y cálido pero también muy firme. Esos son los que saben que la familia no les abandonaría por nada del mundo. O tal vez los que creen que les abandonarán y creen tener así una solución. Después de todo, esto no son si no conjeturas. Y me permito hacer una pequeña cita al famoso filósofo Descartes, el cuál dice algo así como ''Sólo sé, que no sé nada''.
Hay otras personas en cambio, que deciden apoyarse en los amigos. Un sentimiento, al igual que con la familia, muy acogedor y cálido, pero al contrario que el sentimiento familiar, muy inestable. Muchos quieren creer que sus amigos nunca les decepcionarán. Craso error. Si pones esperanzas en ellos, siempre te decepcionarán, pero yo personalmente no lo considero algo tan malo.
También hay otras personas que se encierran en su interior. Ahí normalmente solo encuentras frío. Un frío acogedor en el que puedes resguardarte, pues sabes que solo tú serás capaz de soportarlo, así que a la hora de huir, nadie te molestará.

Y sin embargo, creo que todos tenemos un hogar. Un sitio al que acudir cuando ya no te quedan opciones. A mí me gusta verlo como un pequeño salón con un sofá y enfrente de éste, una hoguera que ilumina toda la habitación. Si nos fijamos bien veremos que él suelo está cubierto de una alfombra suave y peluda, una capa que te separa del suelo. Igual que un manto que te saca de la realidad y te permite soñar mientras estás cómodamente acurrucado. También distinguimos que la chimenea es de ladrillo, que el sofá tiene una pila de mantas y las paredes están recubiertas de estanterías repletas de libros. Libros grandes, pequeños y medianos; rojos, verdes, morados, naranjas...; de fantasía, de aventuras, históricos, románticos...Y en un rinconcito hay una cadena de música de las antiguas, de esas a las que aún se le podían meter discos de vinilo, pero que también tienen para CDs  Acompañando a la cadena de música hay unos cuantos discos y cuando te pones a ojearlos, ves que son todas las canciones que siempre has escuchado, todas las que no recuerdas, las que aún no conoces y las que ahora mismo te encanta escuchar hasta hartarte, hasta que después de la chopocienta vez que la has escuchado, te la sabes y aún así quieres seguir escuchándola.
Y mientras pones una canción que te guste, escoges un libro, te sientas frente a la hoguera, te arrebujas bajo una manta y te pones a leer mientras disfrutas de la tranquilidad de sumergirte en una nueva historia.
Ese sitio que acabo de describir es mi hogar, es mi refugio, y en muchas ocasiones, mi salvación. Un sitio solo para mí, un sitio donde de vez en cuando puedo huir y poner mis ideas en orden.
¿Qué dónde suelo encontrarlo? No es fácil encontrarlo, tengo que reconocerlo. Cambia mucho de lugar, no permanece siempre en el mismo sitio pero siempre deja huella allá por donde pasa.
Siempre que pienso en ese sitio me gusta imaginarme mirando el fuego...una llama...

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